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Archivo de la categoría: Libros & Poemas

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis
brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo

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En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac
que moja su cola en el mar.

Te quiero, te quiero, te quiero,
con la butaca y el libro muerto,
por el melancólico pasillo,
en el oscuro desván del lirio,
en nuestra cama de la luna
y en la danza que sueña la tortuga.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals de quebrada cintura.

En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados,
hay frescas guirnaldas de llanto.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.

¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals, este vals del “Te quiero siempre”.

En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira qué orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero, amor mío, amor mío, dejar,
violín y sepulcro, las cintas del vals.

 

Federico García Lorca.

 

C.


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«Leer. Leer sin ganas. Leer por aburrimiento. Leer para no hacer ruido. Leer para dejar que tu padre duerma la siesta. Leer porque no te dejan poner la tele. Leer porque ya nadie quiere contarte un cuento. Leer porque te han castigado sin salir. Leer porque estás en la cama con fiebre. Leer porque estás solo. Leer porque imitas a tus hermanos mayores. Leer porque lo hace tu madre. Leer libros para niños. Leer novelas que no te dejan leer. Leer hasta que te apagan la luz. Leer sin leer, pensando en otra cosa. Leer en la biblioteca. Leer todos los libros de la biblioteca infantil. Leer porque tu hermana lee en la cama de al lado. Leer libros de Tintín en casa de tu abuelo. Reir porque tu tía llora con una novela. Llorar porque te da pena el abominable hombre de las nieves. Leer y leer y leer cinco líneas sobre sexo. Leerlas y leerlas una vez más. Leer porque quieres estar solo. Leer porque te sientes solo. Leer porque te crees distinto. Leer para encontrar almas gemelas. Leer aquello que aún no has vivido. Leer para llenarte la cabeza de pájaros. Leer para presumir. Decir que has leído un libro que no has leído. Resumir libros en literatura que no has leído. Sacar buenas notas en literatura haciendo resúmenes de libros que no has terminado. Leer para imitar lo que que has leído. Leer para fardar. Leer para ligar. Leer para consolarte de un abandono. Leer por falta de planes. Leer por falta de amor. Leer porque se ha ido con otra. Leer para que no digan. Leer mientras esperas. Leer sentado en el wáter. Leer para dormirte. Leer para poder hablar con él. Leer el libro que él te recomendó. Leer para sorprenderle. Leer por puro gusto. Leer por vaguería. Leer porque no te gustan los deportes. Leer porque no tienes un duro. Leer para olvidar. Leer para recordar. Leer para aprender. Leer un coñazo impresionante. Leer un libro que no quieres que se acabe. Leer el libro de un amigo. Leer todos los libros de un hombre que te gusta. Leerle el pensamiento. Leer el libro que él está leyendo. Leer el libro que él querra leer después. Leerle a tu hijo. Leerle hasta que se quede dormido. Leerle hasta que te quedas dormida. Leerle el Tintín que tú leíste. Leerle cuando se muere el Abominable Hombre de las Nieves. Leerle y consolarle luego su llanto inconsolable. Leerle para que aprenda a estar solo. Leerle para volver a vivir la infancia. Leerle por gusto. Ver cómo un hijo lee. Releer. Leer sólo lo que te gusta. Leer sólo aquello que te emocione. Leer por amor. Leer a su lado.»

                                  Leer a su lado.
                                      Elvira Lindo.

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“Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.

(···)

La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julián Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez.

(···)

La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional.

(···)

Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible.”

Elogio de la lectura y la ficción, Mario Vargas Llosa.

Extracto del discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura.

Estocolmo, 7 de diciembre de 2010.

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(El discurso completo aquí. Mi parte preferida, la que dedica a su mujer: El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”.)

Calíope.


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[Teseo e Hipólita se disponen a presenciar una obra de teatro representada por «laborantes atenienses de manos callosas que nunca han trabajado con la mente, mas que ahora fatigan su inexperta memoria.»]

 

HIPÓLITA

No quiero ver agobiada a la humildad,

ni que sufra la lealtad por dar servicio.

 

TESEO

No verás nada de eso, amada mía.

 

HIPÓLITA

Ha dicho que no valen para hacerlo.

 

TESEO

Más bondad mostraremos dando las gracias por nada.

Nos distraerá tomar a bien lo que hacen mal

y, si fracasa la humilde lealtad, lo generoso

es valorar el esfuerzo, no el efecto.

 

Dondequiera que he ido, grandes sabios

me acogían con discursos preparados:

los he visto temblar, palidecer,

detenerse en medio de sus frases,

ahogar de miedo sus palabras ensayadas,

para, al final, quedar sin habla

y no darme la bienvenida. Créeme, mi amor:

escuché su bienvenida en su silencio

y su muestra temblorosa de lealtad

me decía tanto como la fluida palabra

de la elocuencia impertinente y atrevida.

 

El amor y la callada sencillez

si hablan menos dicen más, a mi entender.

 

Sueño de una noche de verano.

William Shakespeare.


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Últimamente estoy experimentando una especie de Síndrome de Diógenes de intereses. Una acumulación desordenada de ellos, digamos. Resulta, que ahora que tengo poco tiempo libre para disfrutarlos, me dedico a apuntar en todos lados las ideas y planes que quiero llevar a cabo, lo cual, a nivel material, me está empezando a acarrear problemas importantes. Allá donde miro hay un papel o una lista de libros, películas, series, canciones, sitios que tengo que conocer. En mi cuarto, entre mis bolsos, en el coche, en un bolsillo, en el móvil, en el estuche. Con los libros, en particular, se me empieza a ir el tema de las manos.

Siempre me he considerado ávida lectora, pero últimamente mi ratio libros/mes ha sufrido una caída considerable. Me consuelo pensando en que ello se debe a que nunca había estado tan ocupada y a que, con motivo de mi actividad “profesional”, paso el 90% del día viendo letras negras sobre fondo blanco. Ahora bien, contra todo pronóstico, en lugar de ir abandonando paulatinamente el hábito lector, ello sólo ha conseguido que surja en mí un ansia por leer cuanto antes todos aquellos libros que tengo pendientes. Y, pobre de mí, la lista se acerca al infinito. Les adjunto a continuación una lista de algunas de mis próximas lecturas, muchas de ellas grandes clásicos de la literatura que aún no he leído (no me juzguen), otras de ellas recomendaciones de personas cercanas o que he ido recabando vía blogs/Twitter, e incluso alguna ‘relectura’ con motivo de inminentes estrenos cinematográficos.

Como es evidente, no puedo recomendarles tales lecturas, por muy conocidas que sean, ya que no he leído la mayoría. Sin embargo, más allá de las recomendaciones, suele ser especialmente determinante a la hora de elegir nuestra próxima lectura la primera frase, el primer párrafo del libro que tenemos ante nosotros. Así lo señalaba Manuel de Lorenzo en el artículo que escribió hace unos días para la revista Jot Down (muy recomendable el artículo en particular y la revista en general), afirmando que tras echar un vistazo a la contraportada y leer alguna frase al azar, es la lectura del inicio del libro lo que nos hace formarnos una idea de lo que vendrá a continuación, en definitiva, si merecerá la pena.

Así pues, si en el mentado artículo se plasman algunos de los inicios de las novelas más conocidos, yo les presentaré a continuación los inicios de mis próximas lecturas, con el ánimo de que si, como a mí, les cautivan, pasen a engrosar su personal lista.

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RAYUELA – Julio Cortázar.

“¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la Rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual de nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo del  dentífrico.”

ANNA KARENINA – León Tolstói.

“Todas las familias dichosas se parecen, y las desgraciadas, lo son cada una a su manera.”

GANGRENA – Mercedes Salisachs.

“No voy a defenderme: soy culpable.”

EL GRAN GATSBY – Scott Fitzgerald.

“En mi primera infancia mi padre me dio un consejo que, desde entonces no ha cesado de darme vueltas en la cabeza. ‘Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien –me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas…’ ”

HONRARÁS A TU PADRE – Guy Talese.

“Conscientes de que a veces es posible ver demasiado, la mayor parte de los porteros de Nueva York han desarrollado un extraordinario sentido de visión selectiva: saben qué ver y qué pasar por alto, cuándo ser curiosos y cuándo ser indolentes; suelen estar adentro, distraídos, cuando hay accidentes o discusiones frente a sus edificios; y generalmente en la calle, buscando un taxi, cuando hay ladrones escapando por la entrada del edificio.”

EL DARDO EN LA PALABRA – Fernando Lázaro Carreter.

“Verba volant…, saltan ágilmente de bocas a oídos, cruzan como meteoros ante millones de ojos fundando la vida social, portadoras de sentido, esto es, de información, afecto, verdad o engaño. Y lo normal es que alcancen su objetivo. Incalculable el poder, la eficacia de las palabras.”

GRANDES ESPERANZAS – Charles Dickens.

“Siendo Pirrip el apellido de mi padre, y Phillip mi nombre de pila, mi lengua infantil no alcanzó a hacer de  ambas palabras nada más largo ni más explícito que Pip. Así, yo me llamé a mí mismo Pip, y por Pip vine a ser conocido de los demás.”

 

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Podría continuar, pero no quiero que la lista resulte abrumadora y la pasen por alto. Quedan también pendientes KAFKA EN LA ORILLA, de Haruki Murakami, HAMBRE, de Knut Hamsun, EL CHICO, de Steve Hamilton, y un largo etcétera.

Espero haberles dado alguna idea, si estaban faltos de lecturas, y, como curiosidad y especialmente para fans acérrimos de la serie “Las chicas Gilmore”, si alguna vez se quedan sin inspiración lectora, siempre podrán consultar esta página, que recoge todos los libros que leyó su insaciable protagonista a lo largo de sus siete temporadas.

 

C.


Este año he sido francamente buena. Puede sonar un poco soberbio, dicho así tan directamente, pero nunca me han gustado las medias tintas y de verdad que lo he sido. Si el número de regalos que voy a recibir fuera proporcional a mi buen comportamiento, tendría que ir pensando en alquilar una nave industrial para poder albergarlos.

Ahora bien, entiendo que tal y como está el panorama la bondad se ha devaluado bastante y hacer alarde de ella a través de infinitos regalos pueda resultar incluso de mal gusto.

Es por ello que he decidido que este año voy a pediros suerte, ocasión y oportunidad. Oportunidad para que en el año venidero -o años, tampoco soy especialmente quisquillosa en cuanto al plazo- pueda llevar a cabo las siguientes empresas:

  • Conseguir el armario ‘diurno’ de Alexa Chung y Caroline Sieber y el armario ‘nocturno’ de Diane Kruger y Olivia Palermo. En realidad, con las prendas me vale, de la infraestructura para su almacenamiento y de los eventos para lucirlas ya me encargo yo.

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  • Dirigir el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Ahora que lo pienso, me convertiría en la primera mujer en dirigirlo. No se trata de romper moldes ni nada por el estilo. Puro egoísmo, es de lo que se trata. Quiero sentir los nervios mientras se va acabando El Danubio Azul y dirigir a público y orquesta en la Marcha Radetzky dejándome la piel.

 

  • Ver a Osasuna jugar la final de la Champions. Doy por hecho que no la ganaremos, por todos es sabido que somos un equipo sufridor. Además, tampoco quiero abusar de vuestra generosidad, con poder estar en el campo y vivir la final me doy por satisfecha.

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  • Sustituir a la voz femenina del grupo The Head and The Heart. Se me ocurren millones de grupos con los que me gustaría ir de gira, charlar o hacer alguna colaboración. Pero mi talento, aunque prometedor, no deja de ser bastante limitado, así que he de conformarme con una presencia discreta en un grupo de varias voces. Si los he elegido a ellos es porque su estilo musical me encanta; no son los más originales del planeta, pero tienen esa frescura propia de los grupos que están despegando. Y, sobre todo, porque parecen una familia y se lo pasan bien. A la vista está.

 

  • Actuar en el teatro de Epidauro (Grecia). Vale, con esto igual me he pasado de pedante, pero estuve allí hace unos años y por escasos minutos llegamos una vez ya había cerrado. Debe ser un lugar impresionante, perfectamente conservado -data del siglo IV a.C.-, con una acústica brutal. Es modelo y símbolo del teatro griego antiguo y aún se hacen en él representaciones cada verano.

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  • Escribir así.

 

“Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores

blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,

te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,

voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago

y cintas que dormían en la lluvia.

No quiero que tengas una forma, que seas

precisamente lo que viene detrás de tu mano,

porque el agua, considera el agua, y los leones

cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,

y los gestos, esa arquitectura de la nada,

encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.

Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,

pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco

con ese pelo lacio, esa sonrisa.

Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino

es también la luna y el espejo,

busco esa línea que hace temblar a un hombre

en una galería de museo.

Además te quiero, y hace tiempo y frío.”

 

···

 

     “Yo no sé, mirá, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una gotaza que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.”

Julio Cortázar.

 

 

 

(P.D. Si encontráis por ahí una carta, de éstas tan monas que han hecho en Mr.Wonderful pidiendo un par de botas y unos cuantos libros, haced caso omiso por favor. Ésta es la importante.)

 

C.


Proliferación futbolística, la de la última semana y media. La cosa es bastante sencilla, cuando hay poco pan, toca mucho circo, y qué mejor escenario circense que la Eurocopa. Previas, crónicas, debates, los goles de la jornada, probabilidades, equipo revelación, el 11 ideal, lesiones, ¡podemos!, partido a las 18:00, partido a las 20:45, sanciones, declaraciones. Y llegamos a cuartos y empieza lo emocionante de verdad, todo a un partido, tensión, final, a jugarse el todo por el todo. Como para pensar en otra cosa.

Pero no se asusten (o no se hagan ilusiones) porque no tengo intención de hablar de fútbol. Que me gusta mucho, oigan, pero creo que mis comentarios técnicos y mi crítica constructiva no deberían trascender de los oídos de mi condescendiente padre, que no me rechista. Porque los hay bastante más entendidos que yo, como se pueden imaginar.

Lo que quiero proponerles es que amplíen sus horizontes con recomendaciones provenientes de los países clasificados para cuartos de final, por si no tienen suficiente con el circo futbolístico para evadirse de los problemas.

 

REPÚBLICA CHECA

Si no han visto la película Once, se la recomiendo fervientemente. Gracias a ella conocí a Markéta Irglová, músico y cantante procedente de la República Checa. Comenzó a tocar con apenas 7 años, y hoy en día, con tan sólo 24, puede enorgullecerse de haber participado en la citada película, formar parte del grupo The Swell Season y haber lanzado su primer disco en solitario en 2011, Anar.

En Once, interpreta a una inmigrante checa que vende flores en la calle, que compone canciones pero nunca ha tenido el valor de interpretarlas en público. Hasta que conoce al irlandés Glen Hansard, músico callejero con el que comparte una pasión, la música, encontrando con él una conexión especial, que traspasa la pantalla.

No se aborda el tema desde la sensiblería, sino que se parte de la fantástica química entre los personajes, que tienen en común la búsqueda de un sueño y la música como denominador común, pero cuya vida tiende a distanciarse por los factores políticos, sociales y raciales que les separan. Preciosa su BSO, compuesta por el propio Glen, con la ayuda de Marketa. Les dejo la canción que acompaña uno de los momentos más entrañables, cuando ambos tocan por primera vez juntos: Falling Slowly, ganadora del Oscar ala Mejor Canción Original en 2007.

Ahora bien, su relación con Glen Hansard trasciende de la gran pantalla, ya que junto a él forma parte del grupo The Swell Season desde el año 2006.  Sonidos acústicos, melodías delicadas, que alcanzan momentos álgidos de desgarradora belleza. La fragilidad de Markéta Irglová es el complemento perfecto a la pasional interpretación de Glen Hansard.

Para los seguidores de este dúo,  visionado obligatorio del documental que comparte nombre con el grupo, y que muestra los entresijos de los dos años de conciertos, actuaciones y viajes que prosiguieron a Once.

(Vale, en realidad quien me encanta es Glen Hansard -toca en Bilbao el próximo 10 de julio, por cierto- pero, entiéndanlo, las posibilidades de que Irlanda se clasifique son nulas)

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GRECIA

 

Ítaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca

pide que el camino sea largo,

lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al colérico Poseidón,

seres tales jamás hallarás en tu camino,

si tu pensar es elevado, si selecta

es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes

ni al salvaje Poseidón encontrarás,

si no los llevas dentro de tu alma,

si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo.

Que muchas sean las mañanas de verano

en que llegues -¡con qué placer y alegría!-

a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia

y hazte con hermosas mercancías,

nácar y coral, ámbar y ébano

y toda suerte de perfumes sensuales,

cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias

a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente.

Llegar allí es tu destino.

Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años

y atracar, viejo ya, en la isla,

enriquecido de cuanto ganaste en el camino

sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino.

Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,

entenderás ya qué significan las Itacas.

Kostantinos Kavafis

(traducción, Pedro Bádenas dela Peña)

Probablemente, el poema más emblemático de Kostantinos Kavafis (1863-1933), uno de los más importantes poetas griegos del siglo XX. Ítaca (1901), inspirado en el viaje de regreso a casa de Ulises, no es sino una oda a la vida, una metáfora en la que la vida se presenta como trayecto, como viaje; en la que no es importante nuestra meta, nuestro destino, sino qué experiencias vivimos y cómo nos enriquecemos en nuestro caminar.

Queda visto para sentencia.

Calíope.


Si siguen las noticias con asiduidad seguramente recuerden que hace poco más de una semana, la canciller alemana Angela Merkel invitó a Mariano Rajoy a dar una paseo en barco por las aguas del río Chicago, para “comentar la crisis de la zona euro”, previamente a la cumbre de la OTAN a la que ambos asistirían, que tuvo lugar en la ciudad del mismo nombre.

Sin entrar a valorar lo grotesco de la situación (que tiene su gracia, oigan, imaginarse a Merkel y Rajoy comentando los ajustes del déficit público -intérpretes mediante-  mientras el guía de turno les explica las maravillas arquitectónicas de la ciudad), ni lo improcedente de desembolsar cerca de 1.300 euros para el alquiler de la embarcación, he de decir que nada más leer la noticia me vino a la mente un libro que me recomendaron hará un par de años; Mil millones de mejillones, de Fernando Trías de Bes. Enseguida verán la conexión.

 

Carles, camarero catalán, consigue un trabajo  temporal en un crucero de lujo. Se embarca sin apenas conocer los pormenores del empleo; motivos de seguridad nacional, le dicen. Una vez a bordo descubre que el fin del viaje es celebrar el matrimonio de Berlusconi con una modelo en aguas internacionales, ante la presencia de importantes figuras del panorama nacional e internacional: Zapatero, Obama, Ángela Merkel, Fernando Alonso, Emilio Botín, Carme Chacón, Flavio Briatore, Carla Bruni, Ibarretxe, y Florentino Pérez, entre muchos otros.

Sin embargo, antes de celebrarse el enlace, el barco naufraga y los distintos personajes llegan a una isla desierta, donde se verán obligados a ponerse de acuerdo para sobrevivir.

A partir de ahí, Trías de Bes hace un repaso de los diferentes pasos que ha ido dando la economía a lo largo de la historia, haciendo referencia a importantes economistas y sometiendo a los políticos más relevantes del panorama internacional al peso de sus propias decisiones. Así, pasan por el trueque de alimentos, la adopción de una moneda (el mejillón, de ahí el título), la creación de la banca, el drama de la inflación, o los problemas del comercio internacional.

El libro, redactado en forma de diario, está escrito en términos sencillos, con el objetivo de hacer accesible al gran público los más básicos entresijos de la economía. Eso sí, todo desde un punto de vista mordaz, que les hará soltar más de una carcajada; hay pasajes desternillantes.

Se lee de un tirón, en una tarde, y les dejará un buen sabor de boca, haciéndoles olvidar las desgracias político-económicas que nos acompañan.

Aunque varios de los personajes no se encuentren a día de hoy en primera línea (el libro fue publicado en 2010), la sutil crítica de la clase política así como los distintos episodios narrados trascienden de los mismos, tratando temas de incandescente actualidad como la burbuja económica, los excesos del capitalismo, la corrupción, la falta de profesionalidad de ciertos políticos, la problemática de la inmigración, los nacionalismos, etc.

Gran parte del encanto de Mil millones de mejillones reside en los dibujos realizados por Toni Batllori (dibujante de La Vanguardia y El Jueves) que acompañan al texto durante toda su extensión. Para dar sensación de realismo y lograr cierta imprecisión en los trazos, Batllori tuvo que dibujar directamente en tinta, sin bocetos.

Se desprende del prólogo que ambos disfrutaron enormemente en la realización del libro y como dice el propio Trías de Bes, la diversión del autor suele trasladarse al lector y, en definitiva, eso es lo único que importa.

Queda visto para sentencia.

 

Calíope.


(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
tanto quería.)
.
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
.
Alimentando lluvias, caracoles
Y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
.
.Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
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No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
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En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta
.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte
a parte a dentelladas secas y calientes.
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Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte
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Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera
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de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
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Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
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A las aladas almas de las rosas…
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
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(1 0 de enero de 1936)

 

Miguel Hernández nació en Orihuela en 1910 y murió tuberculoso en la cárcel de Alicante en 1942.

 

Esta elegía es una extraordinaria muestra de dolor ante la muerte de su amigo perteneciente a su obra maestra “El rayo que no cesa”. Posteriormente la poesía de Miguel Hernández se vuelve más cívica y combativa “Viento del pueblo” y “El hombre acecha”. En sus últimos años escribe nuevas composiciones que constituyen “Cancionero y romancero de ausencia” y los llamados “Últimos poemas”.

Queda visto para sentencia

 

Érato