Hace días este post hubiera hablado de ti. Y sobre lo que este otoño se ha llevado.
Hubiera escrito sobre todos los restaurantes nuevos por los que he pasado pensando que teníamos que probar; sobre que he estado pendiente de los resultados de la Real Sociedad; acerca de los días que he vuelto de viaje y he atravesado la pasarela de Atocha con la esperanza de verte ahí, pidiéndome perdón, o incluso sin pedirlo, bastando con que estuvieras ahí; hace días me hubiera encantado ser protagonista de alguna de las películas que sabes que adoro y que tú siempre superabas.
Hace días en este post hubiera dicho que tenías razón y que tus ojos eran más verdes que los de cualquiera; hace días en este post hubiera justificado una vez más tu comportamiento, incluso hubiera escrito que nunca me has dejado de querer; y que me llevarías a París algún día. Y que no somos seres independientes a pesar del tiempo sin vernos; que seguimos siendo ese equipo invencible.
Pero hoy no. Ni ya mañana. Ni pasado. Ni el próximo otoño.
Ya nunca escribiré esas cosas. Y se lo debo a este otoño.
Otoño raro; otoño insospechado; otoño abofeteador; otoño de verano; otoño que no quiere llegar; otoño sin prisa; sin entusiasmo; sin buenas noticias; otoño de destierros; otoño de mucho llanto; otoño de incomprensión; otoño de echar de menos; otoño de querer rebobinar; otoño de desear permanecer en verano; otoño sin cantar ni bailar; otoño sin ti después de tantos otoños contigo.
Le debo a este otoño el haberme hecho más fuerte.
Le debo a este otoño su dosis de realidad; le debo a este otoño el eliminar de mi vida a quien no sabe amar; le debo a este otoño el apoyo incondicional de quienes me quieren; haberme permitido conocer personas maravillosas; le debo a este otoño el haberme vuelto a despertar la sonrisa. Le debo a este otoño que haya vuelto a valorarme. Y le debo a este otoño perverso el haberme llenado de paz. Porque la paz interior es la mejor manera de vencer a la pena, al dolor; porque la paz interior se alcanza cuando uno sabe que ha hecho todo lo que estaba en sus manos. La paz interior deja dormir, y la paz interior deja volver a vivir plenamente. Vivir como uno quiere, vivir sin castigarse. Creer en lo uno creía antes del golpe. Y seguir creciendo.
Este otoño que ha intentado acabar conmigo me ha traído una paz inmensa. Lejos de frustrarme, lejos de dejar de ser una misma, hoy soy más yo que nunca.
Y seguiré luchando por lo que creo. Seguiré queriendo descomunalmente a los que me rodean. Amaré de la manera tan pasional que yo amo y que es maravillosa. Seguiré soñando con mi boda, porque este otoño desalmado no se ha llevado mis sueños. Y viajaré de nuevo a descubrir algún lugar cautivador. Seguiré defendiendo ser fiel a la persona que esté a mi lado; y defenderé ser siempre fiel a uno mismo que es con quien seguro uno duerme todas las noches. Volveré a ver mis películas preferidas; y a leer y releer los libros que más me gustan. Y cantaré desgañitándome todas esas canciones que cantaba antes de la sacudida de este otoño; y volveré a escribir, volveré a escribir siempre que pueda.
Escribiré sobre cosas banales; escribiré sobre lo que me inquieta; sobre lo que me gusta; sobre lo que me indigna; sobre lo que me angustia; sobre el invierno que traerá seguro algo extraordinario; escribiré las veces que esté perdida y las que vuelva a encontrarme; escribiré sobre el amor, que puede superarlo todo; escribiré sobre quien me inspire; sobre quien me enamore; escribiré sobre qué esperar en mi próximo cumpleaños; pero ya nunca más escribiré sobre ti.
Érato
lachicadelquinto
26 de noviembre de 2014 en 10:56
Precioso relato, suena algo triste y melancólico pero a la vez muy esperanzador. Afrontemos el invierno con la mejor de nuestras sonrisas! Un beso fuerte!
quedavistoparasentencia
27 de noviembre de 2014 en 10:08
Muchas gracias Chica del quinto!! este invierno nos va a traer cosas preciosas, seguro!
Un abrazo!